• En el Oriente, la flor de loto significa pureza espiritual. El loto (padma), también conocido como loto sagrado, loto indio o rosa del Nilo, es una planta acuática que florece en el agua. En el simbolismo budista, el significado más importante de la flor de loto es la pureza del cuerpo y del alma. El agua lodosa que acoge la planta está asociada con el apego y los deseos carnales, y la flor inmaculada que florece en el agua en busca de la luz es la promesa de pureza y elevación espiritual. Simbólicamente se asocia con la figura de Buda y con sus enseñanzas y, por eso, son flores sagradas para los pueblos de Oriente. Cuenta la leyenda que cuando el niño Buda dio los primeros pasos, en todos los lugares que pisó, florecieron flores de loto.

    En las religiones de Asia, la mayor parte de las divinidades están sentadas sobre una flor de loto en el acto de la meditación.

    En la literatura clásica de muchas culturas asiáticas, la flor de loto simboliza la elegancia, la belleza, la perfección, la pureza y la gracia, y está a menudo asociada con los atributos femeninos ideales. La flor de loto es un misterio para la ciencia, que no puede explicar la característica que tiene de repeler a los microorganismos y a las partículas de polvo.

    La flor de loto tiene una peculiaridad que la hace muy especial: aparece sobre la superficie de las aguas pantanosas, flota sobre las aguas estancadas sin ser manchada por ellas… Embellece con su presencia un oscuro y poco atractivo paisaje, nos recuerda que incluso en medio de las peores circunstancias puede uno desarrollar su mejor rostro… Transformando y mejorando con él su entorno. Esta particular característica del loto es la que -en Asia Oriental- lo sitúa en el trono Shakyamuni, representando la naturaleza búdica, que no es afectada por el samsara, permaneciendo como flor pura e inmaculada en un entorno que para muchos no es más que falsa apariencia, apego y dolor.

    El loto -si atendemos a su simbolismo metafísico - nos recuerda que, sean cuales sean las circunstancias en que nos haya tocado vivir, si nos permitimos florecer -saliendo de nosotros mismos y abriendo nuestros pétalos al mundo y a los demás- no sólo podremos llegar a ser fieles a nosotros mismos (alcanzando por ello la felicidad) sino que estaremos colaborando a hacer de mundo un lugar más hermoso y acogedor.



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